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Le resulta difícil saber cuánto tiempo ha pasado pero sus músculos parecen haberse relajado hasta tal punto que apenas puede sentirlos. Sus pensamientos también se evadieron. Está flotando en la oscuridad y en el silencio. El agua está salada y su mente en blanco.
“La sensación es que no hay sensación, tu mente se despega de tu cuerpo. No hay nada igual en el mundo”, explica Gary Mossman, un joven británico de 26 años.
Pero Gary no es una excepción. Y es que los “centros de flotación”, frecuentados en décadas pasadas por los hippies y las comunidades del new age, parecen estar más de moda que nunca entre el gran público.
Las cámaras de flotación existen desde la década de los 50 del siglo pasado. Al principio se utilizaban para explorar y experimentar con diversos estados de conciencia.
Fue el controvertido neurofísico estadounidense John C. Lilly quien estudió por primera vez en 1954 el aislamiento sensorial en cámaras de flotación para analizar la respuesta del cerebro humano a estímulos externos.
Sin embargo, el interés del científico en las drogas psicodélicas y en la comunicación entre los delfines hicieron que algunos de sus coetáneos no tomaran en serio sus investigaciones. Ahora, estas terapias de flotación, tal y como se conocen en América Latina, están más de moda que nunca.
Compañías como Hydrofloat (2007) en Argentina, Ku Flotarium (2012) en Ecuador o Float (2015) en Guatemala, son algunas de las que han proliferado en el contienente latinoamericano en los últimos años.
“A través del aislamiento sensorial podemos ser una herramienta de cambio muy valiosa para el individuo moderno”, aseguran los gerentes de Ku Flotarium en su página web.
Pero, ¿en qué consisten exatactamente estas cámaras de flotación?
El periodista de la BBC Tom Ireland decidió comprobar por sí mismo cómo funcionan estos tratamientos.
“Voy a la deriva entre ensoñaciones y una sensación de que estoy flotando en el cielo nocturno. Y me resulta difícil saber si tengo los ojos abiertos o cerrados”, explicó.
Ireland asegura que cuando terminó su experiencia con un fuerte resplandor luminoso se despertó “con sueño y desorientado” y se sentía “como si le hubieran puesto boca abajo”, pero admite que se habría quedado en el tanque mucho más tiempo.
“Estar flotando completamente desnudo en una cámara de agua caliente, que parece un útero materno, es raro pero muy agradable“.
A lo largo de los años, médicos y científicos utilizaron los tanques de flotación para tratar todo tipo de males, desde el estrés y la ansiedad hasta las migrañas, el dolor crónico, la fibromialgia o los trastornos mentales.
“Me ayuda a visualizar mi próxima competición”, dice el deportista de artes marciales (jiu jitsu) inglés Adam Adshead, quien estuvo “flotando” cada semana durante los últimos 18 meses.
Adshead dice que “no tener distracciones le permite concentrarse más fácilmente” y que “muchos psicólogos deportivos las utilizan para ayudar a los deportistas a visualizar su rendimiento”.
En 2015, el neurocientífico Justin Feinstein inauguró un laboratorio dedicado al estudio de los tanques de flotación (The Float Clinic and Research Center) en el Instituto Laureate de Investigaciones Cerebrales (LIBR, por sus siglas en inglés), en Tulsa, Oklahoma (EEUU).
Actualmente, hay unas 300 cámaras de flotación en los Estados Unidos y es en este país donde se encuentra la primera de estas clínicas con servicio de 24 horas, en Portland, Oregon.
Y en Europa también están en auge. Reino Unido cuenta con 30 clínicas de flotación, cinco de las cuales abrieron sus puertas en los últimos 18 meses.
En Suecia, los pacientes a menudo acuden a las cámaras de flotación bajo la recomendación de su médico de familia. Y, de hecho, en este país hay más tanques de flotación por persona que en ningún otro lugar en el mundo.
Sin embargo, aunque las páginas web de los spas y los centros de flotación aseguran una lista sinfín de ventajas de estas terapias, no todas ellas fueron probadas aun científicamente y los escépticos sugieren que los beneficios tal vez se deban sólo a la pura relajación.
John Lilly dijo que una hora en su cámara de aislamiento sensorial equivale a cuatro horas de sueño, una teoría que defienden muchas de las clínicas de flotación hoy en día.
Fuente: http://www.laopinion.com/
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