Los ángeles custodios


 


Uno de los más hermosos caracteres de la enseñanza teosófica, a mi entender, es que devuelve al hombre las más útiles y saludables creencias de las religiones que ha abandonado. Hay muchos hombres que, creyendo que no deben resolverse a aceptar algunas de las más usuales, miran, sin embargo, volviéndose atrás, con algún sentimiento, las más hermosas ideas que tuvieron en su infancia. 


Surge en ellas como un crepúsculo lleno de luz, y reconociendo el hecho, no pueden volver a su primitiva actitud como desean, aunque sean amables esas visiones del crepúsculo y la misma claridad no sea tan fuerte comparativamente con sus más bajos tonos. 

La teosofía viene, pues, en auxilio de esos hombres y les muestra que toda la gloria, la belleza y la poesía, vislumbres que oscuramente han columbrado en ese crepúsculo, existen como realidades vivas, y que en vez de desaparecer ante la luz del día, sus esplendores se extenderán con mayor intensidad por ella.



 

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